Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;Estoy maravillado,Y mi alma lo sabe muy bien.
Salmos 139:14
Tal vez se sienta tentado a definirse por lo que otros dicen de usted: su aspecto,
oficio, educación, o incluso su riqueza. No obstante, tales medidas de su valía
son defectuosas, temporales y a la larga improductivas. Y tal vez haya notado
que son las experiencias negativas, y no las positivas, las que influyen más
profundamente en cómo usted se considera a sí mismo.
Esto se debe a que nuestra sabiduría humana no permite que tengamos una
idea acertada de lo que le confiere valor a una persona. Si la tuviéramos, el Hijo
de Dios no habría sido crucificado. Lo hubiéramos honrado, sabiendo que
vendrá el día en que «se doble toda rodilla… y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor»
(Filipenses 2.10–11).
El único que verdaderamente es capaz de juzgar su valía es el que le creó y
pagó el precio para llamarle suyo. En Jesús, usted es eternamente amado
(Jeremías 31.3), aceptado (Romanos 15.7), adecuado (2 Corintios 3.5) y
victorioso (1 Corintios 15.57). Confíe en lo que Él dice de usted y abrace su
identidad verdadera.
Señor, enséñame a ver mi valía a través de tus ojos. Gracias por crearme, amarme, redimirme y planear un
futuro maravilloso para mí. Amén.
En su presencia… descubra su
verdadero valor.