AMOR TAN GRANDE AMOR

jueves, 22 de febrero de 2024



Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pier-da, mas
tenga vida eterna.
JUAN 3:16

Quién podría describir la inmensidad del amor de Dios? ¿Qué lenguaje podría expresar esa verdad tan extraordinaria? El poeta así lo expresó: “Si los mares fueran tinta y las nubes papel; si los árboles fueran pena y los hombres escritores; aun así, no se podría describir el amor de Dios”. Dios amó de forma superlativa al mundo hostil y a los pecadores rebeldes. Los amó no simplemente con palabras, sino con el mayor de todos los sacrificios. Por amor a pecadores indignos, Dios entregó a su propio Hijo.

Lo entregó para ser humillado, escupido, burlado y colgado en la cruz. Lo entregó para morir por nuestros pecados. Lo entregó como nuestro representante y fiador. El propósito de Dios en esa entrega fue doble:
librarnos de la perdición eterna y concedernos la vida eterna. Cristo no murió para que los incrédulos fueran salvos, sino para que los que creen sean salvos.

 La salvación es la dádiva de Dios, y la fe es el medio de apropiación de esa dádiva. El amor de Dios por nosotros es más que un sentimiento; es una entrega, un sacrificio. Dios nos amó y dio todo, se dio a sí mismo, dio a su unigénito Hijo. La muerte de Cristo en la cruz no fue la causa del amor de Dios, sino su consecuencia. Ese es un amor superlativo y mayúsculo. ¡Ese es el amor de Dios por usted y por mí!

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