EL DRAMA DE LOS CELOS

lunes, 26 de febrero de 2024



Le respondieron sus hermanos: “¿Reinarás tú sobre nosotros, o
señorearás sobre nosotros?”. Y le aborrecieron aún más a causa de
sus sueños y sus palabras.
GÉNESIS 37:8

El celo es hermano gemelo de la envidia. Nació del mismo vientre, tiene la misma naturaleza y produce los mismos frutos amargos. La familia de Jacob era un caldero en ebullición. Sus hijos no eran trigo limpio. José pasó malos momentos en las manos de sus hermanos, que tenían celos de él, pues era el hijo predilecto de su padre. Un día resolvieron matarlo.
Pero, por la intervención de Rubén, acabaron tomando una decisión menos
radical. Lo vendieron como esclavo en Egipto. Por providencia divina, ese
percance terminó siendo usado por Dios para salvar a la propia familia de Jacob. No obstante, la soberanía de Dios no anula la responsabilidad humana. Muchas familias todavía sufren por causa de los celos. Existen padres que comenten el error de amar más a un hijo que a otro.

 Existen padres que siembran discordia entre los hijos, demostrando favoritismo por un hijo en detrimento del otro. Existen hermanos que, en lugar de vivir como amigos, se comportan como competidores. En lugar de alegrarse con el éxito del otro, no miden esfuerzos para derrotarlo y destruirlo.
El celo es una actitud mezquina. El celo es un pecado que ofende a Dios, atormenta el alma, enferma a la familia y amenaza al prójimo.

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